Cristina Peláez Navarrete

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“Como la mayoría de los enganchados a la ilustración, comencé a dibujar a los tres años en las paredes blanqueadas de mi casa,

y para mi decepción, a mi madre esos ramalazos de arte, le parecieron fatal. En seguida detecté que dibujando sobre el papel, la reacción de mi madre ante mis obras era notablemente más positiva, y pensé dedicarme a ciencia de la Psicología, para tratar de comprenderla. Pero me pareció súper difícil, y como dibujar me resultaba tan sencillo, pues, seguí dibujando.

No soy muy buena (dibujando, digo, en todo lo demás soy un “ángel”), así que, como diría Peter H. Reynolds a través de su personaje Ramón: “me conformo con hacer CASI-dibujos, porque permitiéndome el CASI, las ideas me fluyen libremente y me permiten dibujar lo que siento, sin pensar, con trazo seguro y sin preocuparme. Y esto me sienta maravillosamente bien”. Yo también CASI-ilustro, CASI-diseño, CASI-enseño, CASI-vivo, y así soy TOTALMENTE-felíz.

Por donde iba… ¡Bueno, total! Que mientras dibujaba, me doctoré en Bellas Artes y así, más tarde, además de dibujar también comencé a enseñar en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Málaga. Esto ha sido una suerte para mi, porque cuando enseño, me fijo muy bien en lo que hacen y dicen mis alumnos, todos los alumnos del mundo tienen mucho que dar a sus profesores.

Cada día que enseño, aprendo algo nuevo, así que, ilustro mucho mejor desde que soy profe